viernes, 18 de agosto de 2017

CARTA A MI PADRE

CARTA A MI PADRE

Y te escribí esta carta, pensando en tu ausencia… pensando en la melancolía que me trae el ayer… de aquéllas tardes hermosas, de aquellas tardes serenas, contigo, mientras los chiquillos en plena algarabía correteaban contentos por toda la casa… tus nietos... y tú con la sonrisa en los labios… con esa manera tan tuya de ser… ¡Tan bueno que fuiste en la vida!… hombre callado y sereno… hombre de hogar que caminó veredas hasta encontrar el amor en tierras lejanas… aposentando tu hogar en donde Dios así quiso… y quise escribirte porque es el día del Padre y aunque no necesito un día especial para ti… hoy quiero decirte cuanto yo te quiero… que mi amor sigue intacto… que ese sentimiento que sentí por ti desde que nací nunca se ha perdido… porque eres mi héroe de mil batallas… porque eres mi héroe del mar… y la admiración que por ti yo siento aunque ya no estas es demasiado grande… sobre todo el amarte mi viejo…
y me duele tu ausencia y me duele el ayer… y cuando pienso en ti quisiera volver a mi infancia y llenarte de abrazos y besos… y escuchar tu voz y sonreírle al viento… y verte partir en la barca hacia un rumbo incierto… y esperar tu llegada cuando el ocaso toque el firmamento sentada en la playa… contemplando al viento… ¡Mi padre!... ¡Mi viejo!... ¡Cuánto yo te quiero!... y cuanto reclamo a la vida el no haber tenido el tiempo preciso para estar contigo… ¡Dios mío! Si uno supiera cuanto viviría… si uno tuviera magia en la mente y poder revivir lo que se ha perdido… Esta carta te la envío al cielo para decirte cuánto yo te quiero y aunque pasen mil años yo te seguiré queriendo, porque eres, mi viejo, mi héroe, mi ser y mi vida… y nunca perderé esa magia viva que tenía tu risa… porque te llevo en mi pensamiento… y me basta tan solo con saber que estás ahí con mi Padre Bueno, cantando en el cielo… y aunque se sufre tu ausencia Dios en su infinita bondad nos permite vernos en el mismito sueño… ahí donde no hay dolor ni lágrimas ni ausencias… ahí donde puedo abrazarte y dejarme arrullar cual si fuera un infante…
Yo sé que estás feliz y sé que me extrañas, porque un padre bueno ama a sus hijos más allá de la vida y el tiempo… y solo le pido al cielo te deje cuidarnos con ese amor que arropó nuestro sueños… Y descansa mi viejo… descansa que aunque te extraño yo sé que algún día estaremos juntos, todos reunidos, pero por ahora, te escribo esta carta y te la envío hasta el mismo cielo con todo el amor que llevo por dentro… ¡Feliz día del padre! Mi viejito bueno.


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