Ven aquí y siéntate a mi lado,
que quiero que me cuentes aquél viejo pasado… de tus años de juventud, de tus
noches de insomnio cuando a casa no llegaba… del baúl de los recuerdos en donde
guardas un mechón de mis cabellos, los primeros zapatitos y el álbum de las
fotos en donde con gran amor recopilaste
mi infancia… siéntate conmigo mi dulce y amorosa madre, que siento la
necesidad de sentir tus manos mesando mis cabellos… el calor tan dulce y el
aroma perfecto que emana de tu cuerpo… ¡Son tantos los recuerdos! Que me parece
todavía escucharte caminar con tus pantuflas viejas por toda la casa…
recogiendo el tiradero… buscando en qué emplear el tiempo en el hogar… ¡Y son
pocas las horas que descansas!... tal parece que una máquina le da fuerza a tu
cuerpecito que aún cansado recorre de norte a sur los cuartos de nuestro hogar…
y es tan grande el amor que destilan tus ojitos… es tan grande el amor que
envuelve todo tu ser que nunca madrecita hermosa… ¡nunca quiero verte envejecer
ese hermoso corazón que escondes en tu pecho!... ¡Déjame abrazarte mi dulce y
bella madrecita!... ahora seré yo quien abrace todas tus cuitas… me volveré la
luz, la misma que me alumbraba a través de tus ojitos cuando los míos
lloraban!... ¡Déjame decirte un “Te amo”, bajarte rayos de luna que iluminen tu
sendero, decirte cuánto te quiero y besar tu linda frente ¡Cuanto te amo madre mía! y cuánto anhelo tenerte por siempre conmigo... sentir la calidez de tus manos sosteniendo las mías... que tus manos enjuguen mis lágrimas y me arropes en tu regazo como si aún fuera un niño...
¡Te amo mamá!
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